miércoles, 20 de mayo de 2020

14. Café con Billie y Lester



El otro día hablábamos de Billie Holliday y mencioné de pasada que su gran amor no correspondido fue Lester Young. Hoy os contaré su historia: 

Cuando la banda de Count Basie llegó a Nueva York, su saxofonista, Lester Young, se fue a vivir a la casa de la madre de Billie Holiday en Harlem. Inmediatamente surgió la complicidad entre ellos, una compenetración que iba más allá del amor. Ella de voz rota y él de suave terciopelo en el saxofón parecía calmar el dolor que ella expresaba en cada nota. Allí él la bautizó como “Lady Day” por su elegancia y ella a él como “Pres” por considerarle el presidente del saxofón. Durante algunos años actuaron juntos y grabaron cerca de 30 discos, pero, a pesar de su cariño y afinidad, Lester y Billie nunca fueron pareja. Después llegó la guerra, las drogas, la cárcel y sus caminos se separaron. 

Hasta que el 8 de diciembre de 1.957, casi veinte años después, en los estudios de la CBS fueron invitados a la grabación de un programa especial: The sound of jazz. 

En una de las actuaciones se encontraron de nuevo Billie y Lester. No se hablan desde hace años y durante los ensayos no se dirigen la mirada, se evitan. Billie canta el blues “Fine and Mellow”. Y entonces llegó el turno de Lester. 

Antes siempre hacía los solos de pie, a pesar de que en Kansas City el espacio era tan reducido que tenía que tocar con el saxofón inclinado 45 grados, inclinación que se convertiría en leyenda y que seguro que todos la visualizáis cuando pensáis en un saxofonista de jazz. Ahora es evidente que está enfermo, y a duras penas logra levantarse de la silla. El solo de “Pres” es un emocionado mensaje de amor, tristeza y melancolía. Lady Day contempla a su antiguo amigo y su rostro, que las cámaras no pueden dejar de enfocar, se ilumina y sonríe, y nos muestra el recuerdo que atesora, de complicidad y cariño, de una nostalgia infinita. Tal vez fue el último, tal vez el único momento de felicidad en la vida de Billie Holliday.
 
Quince meses después, en marzo del 59, Lester murió y en el camino al funeral Billie Holiday 
dijo que pensaba que sería la próxima. Y así fue, murió menos de cuatro meses después. 

Fijaos la energía con la que comienza a tocar Coleman Hawkin a los cincuenta segundos y con qué suavidad entra Lester Young (a partir del minuto 1,30) y cómo le cambia la cara a Billie. Es un momento maravilloso, que pone la piel de gallina. Imposible no sobrecogerse al pensar en lo que habían vivido. 





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