lunes, 8 de junio de 2020

24. Café con Miles Davis, y el disco de jazz más vendido de la historia.






Aquella batería le alargaría la vida casi 12 años. Su sobrino tendría 7 años cuando se la regaló y no podía imaginar lo que significaría para él mismo y para el pequeño Vincent, que se entusiasmó tanto que llegó a estudiar en el conservatorio de Chicago. 

Pocos años después, en 1972, Miles Davis sufrió un accidente con uno de sus Ferrari y poco a poco su vida fue cayendo en un infierno: la mala acogida de sus últimos trabajos, la falta de inspiración, una serie de operaciones para la implantación de una cadera artificial por las secuelas del accidente automovilístico, una infección en una pierna, cálculos biliares, serios problemas en los labios provocados por la trompeta, hicieron que acabara recayendo en las drogas, derrumbándose en 1975 e iniciando lo que algún autor llama "sus 5 años en la cara oculta de la luna". 

Incluso estuvo en la cárcel por no pasar la pensión a una ex-mujer (sí, tuvo varias, como casi todos) y casi acaba en el psiquiátrico por ataques paranoicos. Años más tarde recordará aquella época: "No me sentía en absoluto capaz de tocar la trompeta. No quería saber nada de la música. Estaba aburrido, aburrido a morir. Durante cuatro años no hice absolutamente nada: no salía ni siquiera para ir a una tienda”. 

Y es aquí cuando aparece su sobrino para visitarlo a menudo, preguntarle por cuestiones musicales, enseñarle sus trabajos, y pedirle que tocara algo. Miles Davis adoraba a aquel muchacho y reconocía su talento. Finalmente tocó para él en 1979, recuperando su vitalidad y su dedicación a principios de los 80, hasta que una neumonía (tal vez Sida) le puso la sordina definitivamente en 1991. 

Treinta años antes, Miles Davis había revolucionado el mundo del jazz con un disco que grabaron en pocas sesiones, casi sin ensayar, improvisando sobre escalas y algunos temas del pianista Bill Evans (del que hablaremos mañana). Aquel disco se ha convertido en el disco de jazz más vendido de la historia. 

Después de la locura rítmica del Bebop de Charli Bird Parker y Dizzi Gillespie, Miles Davis experimenta con melodías sencillas, pocas notas, degustando cada sonido y buscando las relaciones modales entre los acordes. 
El saxofón que suena hacia el final es el de John Coltrane, otro gigante del jazz.

Dicen los entendidos que “si no te gusta Kind o Blue, es que no te gusta el jazz”.



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