Parece ser que este momento sublime del concierto para piano y orquesta número 23, es el único de Mozart escrito en la tonalidad de Fa sostenido menor, una tonalidad especialmente melancólica, tal vez por ser la nota más alejada del luminoso Do, y por oposición, todo lo que se encuentra en Fa sostenido sugiere un sentimiento oscuro, embrujado o siniestro.
Charpentier decía que era una tonalidad que se asociaba a la aflicción y la misantropía (que significa "odio a los humanos", lo opuesto es filantropía, que significa "amor a los humanos") ¿Realmente estamos decepcionados con la humanidad? Cuando me emociono al tocar estos tristes acordes ¿estoy clamando contra la barbarie o expresando mi impotencia ante el mal? Tal vez así lo creía Liszt que caracterizó a Mefistófeles (el diablo) con un tema en Fa sostenido, o Schoenberg, que dejó en su inacabada ópera Moses un último acorde en Fa sostenido en el grito desesperado de Moisés que no encuentra respuesta de su pueblo.
Mozart, sin embargo, lo hace sonar con un ritmo de siciliana que nos recuerda a una nana y, al menos así lo siento yo, proporciona un sentimiento que recoge y tranquiliza el ánimo.
Hay además otro punto en el tema principal que invita al optimismo: justo antes de la cadencia, Mozart utiliza el acorde napolitano que en esta tonalidad es nada menos que ¡sol mayor! La dominante de Do, la ventana abierta, la mano tendida, la luz que despierta y el grito que asciende jubiloso hasta el agudo.
Es en ese momento cuando se me acelera la respiración y comprendo que todo va a salir bien.
Ojalá... Pensaba poner un vídeo tocando yo, pero no me deja esto. Tal vez otro día. Desde luego salís ganando, este toca un rato mejor y lleva el mismo peinado que yo...
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